El primer día de clases, del último año de la preparatoria, a la última hora, al entrar al salón de clases lo conoció...
Fácil decirlo, fácil escribirlo, pero este encuentro tiene una década de que sucedió. Seis letras, tres silabas que resumen el tiempo transcurrido, 120 meses, 520 semanas, 3652 días y miles de horas, que parece que transcurrieron en un segundo. Encuentros esporádicos, palabras pocas, silencios eternos, anécdotas varias, desilusiones, ilusiones, enfados y cientos de recuerdos.
Él siempre la escucha, siempre la alienta, siempre la admira, siempre le dice las palabras que necesita escuchar, siempre la hace sentirse especial, todo con su peculiar forma de ser. Ella lo admira, lo escucha, aprende de él, le cuenta sus problemas, confía en él, lo ama desde lo más fondo de su ser. Ambos se quieren, sin haberlo dicho nunca.
El tiempo pasó, pasa y pasará, y esta historia se seguirá escribiendo, o al menos eso esperan ambos, él inmerso en su rutina, ella buscando la manera de conocer nuevos mundos, como siempre ha sido, tan cerca y tan lejos…
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